Que el Athletic Club (4-2-3-1) consiguiera alargar la liga hasta la última jornada demuestra su potencial mucho más que cualquier elogio que se le pueda dedicar a este equipo compensado, vertical e intenso. El conjunto vasco domina muchos tiempos pero es en la revolución, en la agitación de partidos de ida y vuelta donde vive más cómodo. Ante el Barça querrá evitar la pausa azulgrana.
1. Intensidad defensiva y orden Ni la baja de Tzibi y el obligado reciclaje de Arrate ha quitado contundencia a la zaga vasca. Iraia y Eli son dos laterales "bajitas", de mucho toque y dureza defensiva, que se pegan al extremo contrario y hacen bueno eso de "si pasa balón, no pasas tú". Por dentro, Irene aporta elegancia a un tándem junto a Arrate compenetrado al milímetro. Quizás la velocidad sea su punto más débil, pero lo compensan con anticipación y buena coordinación de sus basculaciones. Aunque la clave de todo, se encuentra en el trabajo oscuro de su doble pivote, equilibrado en presión y repliegue. |
2. Verticalidad y amplitud ofensiva Por bandas, Guru y Nekane suelen ser dos estiletes que desnudan las defensas rivales con su atrevimiento y profundidad. Hábiles en el 1c1 y listas en el desmarque, exigen muchísimo a su lateral y la obligan a mantenerse siempre atenta. Las fijan. Por dentro, la pareja Murua-Erika se mueve en vertical con un descaro que, aunque previsible a veces, sigue siendo letal si las asisten bien. |
3. Poder aéreo Parece una obviedad destacarlo viniendo de un equipo del norte, pero sigue siendo una de sus armas infalibles: el juego aéreo, el poderío físico, el salto, la pelota dividida. Cada falta lateral es peligrosa, cada córner. Y también cada balón colgado y todo lo que se genera a partir de la lucha arriba (caídas, segunda jugada, etc). En largo, en horizontal, que el balón vuele al área es susceptible de ser gol tratándose del Athletic. |